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¿Cómo te arreglas tú para ir a una fiesta? A lo mejor un buen baño caliente, ropa limpia… seguramente no llegarás con las manos vacías y preparas algo para regalarle al festejado. Cada uno de nosotros tiene una manera particular de prepararse para los acontecimientos que son más importantes. Coincidirán conmigo que no nos preparamos igual, ni en el mismo tiempo para una reunión casual de viernes, que para el día de nuestra propia boda.

Algo así pasa en este tiempo que iniciamos, como la fiesta es muy grande, ¡la preparación también es muy grande!

Esta preparación de 40 días, es como empezar una caminata larga con un amigo. En todo ese tiempo podrán hablar un poco de todo, del recorrido, de la vida, de sus familias. Podríamos empezar este camino aprovechando para hablar más con Jesús, una conversación relajada, entre amigos y como dice San José María Escrivá: “la oración mental es ese diálogo con Dios, de corazón a corazón, en el que interviene toda el alma: la inteligencia y la imaginación, la memoria y la voluntad”.

Encontrarás en el camino algunos otros que se unen, alguien más tiene el mismo destino… todos tenemos el mismo destino. Nos contaba un amigo que recorrió hace un año el camino de Santiago de Compostela, sobre las heridas y molestias en los pies al caminar, sobre los calambres y las quemaduras por el sol, sobre la sensación de soledad al escuchar solo tus pasos cuando caminas… se parece un poco a la vida ¿no?. Nos contaba también que en el camino todos se tratan como amigos, cuando alguno que pasa tiene estas dolencias, comparten los remedios para ello aunque sea con desconocidos y se toman una copa de vino juntos cuando acaban la jornada para saber que no están solos…. También se parece un poco a la vida ¿no crees?

Podemos también durante estos 40 días, ayudar un poco más a quienes nos encontramos en el camino, escuchar al otro, dar de comer a quien tiene hambre, curar a quien está herido, y estar con quien se siente solo.. Como hacen los buenos caminantes. Dijo San Juan Pablo II: “La limosna significa la prontitud a compartir con otros alegrías y tristezas, a dar al prójimo, en particular al necesitado; a repartir no solo los bienes materiales, sino también los dones del espíritu”

Solo hará falta a lo mejor un bastón para sostenerse en los momentos en que las piernas pierdan fuerza, para cuando das pasos en falso. Ese bastón que nos vuelve de las caídas, será el perdón, la penitencia, el amor de Dios. Podemos aprovechar estos días,  para repasar esos pasos en falso,  pedir perdón y enmendar los daños causados. Podemos acercarnos a aquellos a quienes dañamos y también en esa conversación de amigos en el camino, pedir perdón a Dios, a quien también ofendemos con estas faltas de amor. Decía San Jerónimo: “No dudéis del perdón, pues, por grandes que sean vuestras culpas, la magnitud de su misericordia perdonará, sin duda, la enormidad de vuestros pecados”.

Ya que hemos empezado a recorrer este camino, hagámoslo sin miedo al reto que implica, y sobre todo sin perder de vista que es la preparación para LA GRAN FIESTA…  pongámonos guapos, que no valdría la pena tanto esfuerzo si la fiesta no fuera la más grande.

Escrito por: Mtra. Ángela Serna

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