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Pascua

El día que recibes tu diploma de la escuela, cuando levantas la copa o te cuelgan la medalla, el instante en el que llora tu hijo al nacer, el día que logras la primera venta en la empresa que empezaste desde cero, o el día que te anuncian tu ascenso… ese día, es cuando uno dice: “ha valido la pena, lo que sea que haya costado”. En ese momento el esfuerzo pasa a un segundo plano, está en tu rostro solo una sonrisa enorme, en el pecho un corazón que se siente grande, hasta una lagrima de inmensa felicidad, al darte cuenta que como dice Santa Teresa: “lo que tiene el árbol de florido vive de lo que tiene sepultado”.

Además de esta gran alegría por haber ganado el premio mayor, sabes que el esfuerzo que implicó, te ha hecho más grande, más fuerte, que has aprendido del camino y que has sabido perseverar aunque te haya costado mucho trabajo.

Imagina cómo será entonces la alegría de Jesús hoy que después de todo lo sufrido, ha alcanzado la salvación para todos los hombres, que ha amado hasta el extremo, y que ese amor que tiene por nosotros, ahora ha dado su fruto y las puertas del cielo están abiertas para todos.

Tu que has  venido acompañando a Jesús durante el camino, tu que has vivido de cerca los esfuerzos, las entregas y los desprendimientos de tu amigo por nosotros… tu que has aprendido a unirte a Él y has crecido en la relación con Él, has aprendido a amar más al que sufre y le has dado una mano, tu que también has aprendido a pedir perdón… ¡has de estar disfrutando igual la alegría que él siente! Tú…  ¡estás de fiesta! Y ¡vaya fiesta a la que llegaste!

¡Baila!

No te quedes quieto, esta vida que con tanto amor Dios te ha dado, es para disfrutarla, para ver lo bueno de cada circunstancia y también de las personas, aunque flaqueen. Todos tenemos mucho que ofrecer al mundo, tu pon tu ritmo y déjate contagiar del ritmo de los demás… Y si el piso está resbaloso… párate y vuelve a bailar… no dejes que nada ni nadie te quite la alegría de saberte tan amado que Dios hecho hombre ha dado su vida por ti.

¡Canta y Grita!

Las canciones que uno se ha aprendido, ya no puede dejar de cantarlas. Cuéntale al mundo con quién venías a la fiesta, cuenta las aventuras, los aprendizajes, las cosas que viste en el camino, y grita al mundo lo que viste hacer a un hombre por amor. Grita de alegría, grita porque sabes que no estás solo, que estás salvado, y que Dios te quiere feliz.

Sonríe!

Sonríe para la foto, pero no solo para la foto. Sonríe porque sabes que el amor es más fuerte que la muerte. Porque no hay nada que haría que Dios te amara menos. Porque estás hecho para cosas grandes y para caminar por la vida con Quien da sentido a todo lo que se vive, sea difícil, triste, fácil o agradable.

¡Toma algo que te active!

Hidrátate, ¡no dejes que la fiesta se apague! Dale un segundo aire a tu celebración cuando parezca que ya se está acabando. Tómate a Jesús que puede darle muchísima más alegría a tu vida, tómalo en la Eucaristía que siempre alarga la fiesta… como dice el Papa Francisco: “Puede romper los esquemas aburridos en los cuales pretendemos encerrarlo y nos sorprende con su constante creatividad”.

¡Ya llegó la pascua! Ya recorrimos este camino junto a Jesús y ahora estamos contentos, porque hemos vuelto a la vida, porque tenemos una esperanza, porque ha dado sentido a todo y vuelve a hacer nuevas todas las cosas (Ap 21,5).

Escrito por: Mtra. Ángela Serna

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